jueves, 28 de abril de 2011

Moda y Rock en la Argentina


Por Cecilia Kobryniec
Dale, dale con el Look

El consumo del rock –y hablamos del rock, el punk, el glam, el indie, el downtown music, el pop, el art rock, el new wave, el soft Boise y más– es una usina de arte, moda, estilos, actitudes tan capitalista como anticapitalista. De otro modo no se entendería el caso del movimiento punk, que fue el género vampirizado y está totalmente mediado por la imagen. Así lo explicó Victoria Lescano, periodista especialista en moda y autora del libro Prêt-á-Rocker
Cuando alguien escucha por primera vez un disco, al mismo tiempo mira la portada y el booklet que acompaña al CD. Ve el videoclip de una canción llamado corte de difusión y distingue un determinado despliegue escénico y coreográfico cuando asiste a un concierto. Nadie dice: “hoy a la noche voy a ir a escuchar a Lovorne”, sino que dice: “hoy a la noche voy a ir a ver a Lovorne”. O sea, que podemos decir que el vínculo entre la imagen elevada y el rock existe desde un primer paso.
¿Qué hubiera sido de Riff sin sus camperas de cuero? ¿Y de Gustavo Cerati sin su raro peinado new wave? ¿Y que tal los Bersuit Vergarabat sin pijamas? Todo esto sin mencionar los trajes de goma eva y goma espuma de Viuda e Hijas de Roque Enroll.
A partir de la sistemática degradación del género sentenciada por las lisérgicas parodias de Peter Capusotto hablar del rock como cultura, como moda, es un tema que resulta muy complicado. ¿Cómo no asociar a Pomelo como resultado de una mezcla de Juanse y Fito Páez, después de un fin de semana de gira? ¿Cómo tomarse en serio el lookeo y poses de ciertos rockstars? Pero existe y la moda aparece vinculada a la idea de los actual, aquello que está en vigor y que puede ser indicio de cambios sociales, políticos, económicos y culturales.
Las tiendas de Buenos Aires y del exterior con anclaje en la estética del rock fueron de visita indispensable en el placard de los músicos argentinos entre 1967 y 2010: el paso por calles de San Francisco, por mercados y pequeñas tiendas de Londres, los galpones y los puestos consagrados al vintage tanto en Manhattan como en los barrios porteños de Pompeya, Once, Barrio Norte o San Telmo. Igualmente el rasgo más común y particular del estilo del rock argentino es la cuota casera, la falta de presupuesto y la necesidad a estar lookeado como acople visual al mensaje manifestado musicalmente hicieron que en la mayoría de los casos las prendas fueran diseñadas por los propios músicos, cosidas por sus madres o novias modistas o simplemente ropa tomada del placard de algún familiar.

En los sesenta la precursora de vestir rockeros fue Rosa Bailón, dueña de la famosa tienda Mme Frou Frou y autora de las camisas Donovan (camisas unisex con prints de estrellas o ceros), que abundaban en el placard de Pappo, Javier Martínez y Litto Nebbia.

Finalizando la década del ochenta, la galería comercial Bond Street situada en el downtown fue hasta 1998 el epicentro de locales de diseñadores independientes entre tiendas de tatuajes y piercings, con abundancia de capelinas y nueva psicodelia.


Soda Stereo - 1987
El vestuarismo, las artes plásticas, la música, la publicidad, las artes audiovisuales, el diseño gráfico, el teatro, el maquillaje, el estilismo de moda y el diseño de vidrieras, dieron sus grandes aportes para Vox Dei, Sui Gneris, Crusis, Invisible, Pappo´s Blues, Serú Girán, Virus, Charly García, David Lebón, Soda Stereo, Babasónicos y Rosal. Una de las pocas bandas que asociaron desde el comienzo de su carrera la estética con la música que tocaban fueron Los Brujos. La idea inicial fue mezclar influencias hardcore como Dead Kennedys con otros estilos diferentes como el de los B-52´s o The Venture y que ese resultado es llamado beatcore. La primera fuente de abastecimiento fueron placares ajenos, como polainas para danza jazz resultaron ser la materia prima de los primeros gorros de la banda. Pero así como innovaron musicalmente la escena de los tempranos años noventa, Los Brujos arriesgaron estéticamente al construir looks inéditos, de esa forma llegaron a trabajar con una vestuarista que con el correr de los años y de su aporte al rock desde la imagen llegó a convertirse en una figura emblemática en el diseño de indumentaria, Vero Ivaldi.

La industria de la moda unió gestos e iconografía de la cultura rock pero también el rock produjo una industria de consumo propia, consumida y consumidora.









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