En el oeste está el agite, predijo Divididos y en Los Bolos de Hurlingham tiene su lugar. Ubicado en la calle Pedro de Mendoza, y luego de mucho tiempo de inactividad, resurgió, sobre la vieja cancha de bolos, no para brindar la típica comida alemana que lo caracterizó, sino para albergar la buena música: la local y la que entusiasma.
Para sus dueños las actividades que se realizan en el lugar, consiste en implementar lo que ellos llaman "a puerta abierta", brindando a las bandas locales la posibilidad de tocar y beneficiar así a los clientes sin cobrar entrada.
El bar se caracteriza no sólo por su historia en el distrito si no también por sus cualidades estéticas: hay desde una piernas de maniquí que sostienen el sonido, esculturas distribuidas en el salón y pinturas que recorren las paredes laterales dando color y calidez a las actuaciones de las bandas que se presentan todos los viernes y sábados desde las 21hs.
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